COMO DICE EL TANGO - CAPITULO 07

TETE RUSCONI

 

Tete Rusconi fue un verdadero porteño. Había nacido en Pompeya, a una cuadra de Centenera y Tabaré, ese barrio que Homero Manzi inmortalizó a través de sus poesías. Comenzó a dejarse deslumbrar por los bailes populares con apenas 14 años y aprendió de las miradas misteriosas de los milongueros todos los secretos del tango salón. Uno de sus referentes fue Tin, legendario bailarín con predicamento en los años 50. Cuando Tete bailaba, sus pies parecían mimar la pista: «El tango tiene mil formas de bailarse, pero primero pisemos el suelo porque ahí está la energía», aconsejaba en sus clases.

Sus desplazamientos fueron únicos, la manera en que se movía tenía elegancia, naturalidad y una magia que conjugaba lo mejor del barrio con el hechizo de una pieza de Francisco Canaro.